Mal humor al volante igual a riesgo de accidente

Atascos, retenciones, faltas de civismo… Las causas de frustración al volante pueden ser muchas y llevar a algunas personas a situaciones de estrés y enfado. Un nuevo estudio realizado por investigadores británicos demuestra que la agresividad al volante puede desembocar en conductas de alto riesgo para los demás usuarios de la carretera, incluidos los futuros coches autónomos.
Mal humor al volante igual a riesgo de accidente
©Prostock-studio / Shutterstock

¿Alguna vez conduciendo has sentido que los nervios te podían? En ocasiones, no hace falta gran cosa para ser víctima del estrés y la frustración: un conductor demasiado lento, otro que se incorpora de forma peligrosa, el típico al que le cuesta arrancar cuando el semáforo se pone en verde… Es un hecho aceptado que el enfado no arregla las cosas, pero los investigadores de la Universidad de Warwick han ido más allá, demostrando con su estudio que éste no solo no las arregla, sino que las empeora, llegando a repercutir de forma muy negativa en quienes conducen víctimas del enfado. Los científicos han estudiado el comportamiento de más de 1 700 conductores confrontados a una situación de estrés con el fin de determinar las posibles repercusiones en su forma de conducir.

Mayor riesgo de accidentes

El trabajo –publicado en la revista Accident Analysis & Prevention– demuestra que una forma de conducción calificable de “agresiva” favorece de forma clara un cambio de comportamiento susceptible de ser el origen de numerosos errores en carretera. Concretamente, los científicos británicos revelan que los conductores agresivos circulan más rápido (+5 km/h de media) y se muestran mucho menos respetuosos con las normas de circulación (se abstienen, por ejemplo, de encender el intermitente al cambiar de carril) que el grupo de control. En efecto, los errores observados entre los conductores enfadados o estresados multiplican por 2,51 a los del resto.

Frente a esta realidad –y al inminente despliegue de los coches autónomos–, los científicos confían en poder utilizar los resultados del estudio para desarrollar un sistema capaz de detectar la presencia de conductores agresivos. “Este estudio es importante, ya que, una vez entremos en la era de los vehículos autónomos, el tráfico por carretera estará compuesto por una mezcla de vehículos autónomos y no autónomos conducidos por personas susceptibles de adoptar un estilo de conducción agresivo. Esto podría ayudar a los vehículos autónomos a identificar potenciales comportamientos agresivos en su entorno”, defiende Zhizhuo Su, estudiante de doctorado en los Institutos de Atención Médica Digital y Vehículos Inteligentes WMG de la Universidad de Warwick y principal responsable del estudio.

Música relajante como posible remedio

La idea, concretamente, consiste en permitir que los vehículos detecten el nivel de agresividad –y con ello un mayor riesgo de cometer errores de conducción– y actúen en consecuencia. “A lo largo de las últimas décadas, las campañas de seguridad vial, la evolución de las infraestructuras y las mejoras en la seguridad de los vehículos han conseguido reducir considerablemente el número de víctimas en accidentes de tráfico. Aun así, el error humano, a menudo resultante de una conducción agresiva, sigue siendo una de las principales causas de accidente. De cara a lograr una conducción más segura, nuestra investigación se centra en métodos que nos ayuden a comprender el estado de ánimo del conductor y a identificar los comportamientos de riesgo, por medio de sistemas de monitorización del conductor (DMS, por sus siglas en inglés)” explica Roger Woodman, profesor asistente de WMG y coautor del estudio.

Como solución para reducir el riesgo de accidentes ligado a una conducción agresiva, el investigador apunta a medidas tranquilizadoras como la atenuación del nivel sonoro del habitáculo, la reproducción de música relajante o, en caso de que estas no sean efectivas, la reducción de la velocidad del vehículo. En 2022, el 12º Barómetro de Conducción Responsable impulsado por la Fundación VINCI Autoroutes y elaborado por Ipsos revelaba que el 21% de los conductores interrogados –de un total de 12 400 procedentes de once países europeos– reconocía volverse más nervioso, impulsivo o agresivo al ponerse al volante. Esto se puede plasmar en insultos a los demás conductores (65%), en tocar el claxon de forma intempestiva (55%), en pegarse a otros coches de forma deliberada (34%) o en adelantar por la derecha en autopista (27%). Comportamientos, en suma, susceptibles de aumentar el riesgo de accidentes.