La iglesia de San Nicolás, una de las más antiguas de la ciudad, fue construida en estilo gótico aunque más tarde adoptó el estilo churrigueresco. Destaca un excepcional conjunto de frescos (2.000 m²) de principios del s. XVIII cuyos trampantojos se adaptan perfectamente a las concavidades de las bóvedas góticas y que han recobrado todo su esplendor tras una magistral restauración. Fíjese también en el retablo de Juan de Juanes (s. XVI) en la capilla situada a la izquierda de la entrada y en el retablo del Calvario de Rodrigo de Osona.