Un destino con mucha variedad
Cuando pensamos en Suiza en seguida nos vienen a la cabeza unos cuantos tópicos: el chocolate, el yódel, el queso gruyer y las verdes praderas salpicadas de apacibles vacas… Y sí, Suiza es todo eso, pero también mucho más. Este país, pequeño como un pañuelo, es, sin embargo, sumamente diverso. Se habla alemán, italiano, francés y romanche. Su orografía alterna las altas montañas, como el Jura y los Alpes, y la meseta suiza.
Pasear por los pórticos de Berna, saborear el vino de Lavaux, celebrar el jazz en Montreaux o hacer un alto en las granjas de los Alpes valdenses… un viaje por Suiza nos brinda infinitas posibilidades. Cimas alpinas, inmensos lagos, compactos bosques y verdes praderas y, todo ello, salpicado de pintorescos pueblos. También sus ciudades son diversas y bien merecen la pena una visita: Cada una tiene su propia personalidad: Lausanne es deportista, Ginebra, cosmopolita, Basilea, creativa y Zurich, la más moderna…
Naturaleza XXL
Pero es en sus bucólicas carreteras donde mejor se aprecia toda la belleza de Suiza. En el condado de los Grisones, al este, podemos atravesar la garganta de Viamala cruzando el puente colgante. Al sur, cruzamos el túnel alpino de San Gotardo que nos conduce hasta Tesino y la Suiza italiana. Al oeste, nos esperan los viñedos en terrazas de Valais y los campos dorados de la llanura del Ródano, de camino hacia el cantón de Jura, donde se habla romanche. Por la ventanilla, contemplamos un desfile de lagos que se suceden uno tras otro, como Bienne, Morat o Neuchâtel. A su alrededor, marismas protegidas y castillos medievales. Un imprescindible es el castillo de Chillon, construido en un islote rocoso a orillas del lago Lemán.
La montaña, omnipresente
De valle en valle, el itinerario nos lleva por paisajes que parecen salidos de un libro de fotografía. Miremos donde miremos, allí está la montaña. Colosales y majestuosas moles, que ocupan el 70 % del territorio suiza se alzan imponentes en los puertos de montaña y tras las cerradas curvas de las carreteras. La más famosa es, sin duda, el Cervino, pero también el Eiger, feudo de avezados alpinistas o el macizo del monte Rosa con el pico Dufour. Todas ellas atraen a aficionados al senderismo, el esquí y la escalada venidos de todo el mundo.
Deslizarse a toda velocidad por las pistas de las estaciones de esquí de Zermatt o de Saint-Moritz, navegar por las tranquilas aguas del lago de los Cuatro Cantones o subir en el tren cremallera hasta la Jungfraujoch, la estación más alta de Europa. ¡Una visita a Suiza es una oxigenante bocanada de aire fresco, tanto si es en versión deportiva como slow!