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Suiza: 10 estaciones de esquí con encanto para explorar en invierno

Suiza: 10 estaciones de esquí con encanto para explorar en invierno

Vue aérienne de la station de Stoos (

©mvaligursky/iStock

Por las carreteras que discurren entre valles y puertos de montaña, el invierno suizo nos regala una sucesión de pueblos auténticos con un discreto encanto. Entre bosques, lagos helados y pequeñas estaciones de esquí, disfrutamos de un ambiente familiar y montañero que mantiene intacta su autenticidad. Vamos a explorar diez destinos que nos brindan pistas de esquí con las mejores vistas y una cuidada arquitectura alpina.

Arosa, una discreta estación de esquí rodeada de abetos

Desde Coire, en el cantón de los Grisones, en el este de Suiza, la carretera asciende trabajosamente hasta el valle de Arosa, acurrucado a 1775 metros de altitud. Allí nos encontramos un pueblo agolpado alrededor de un lago helado al que se asoman chalets típicos y hoteles de la Belle Époque. Las pistas orientadas al sur llegan hasta Lenzerheide gracias al teleférico Urdenbahn, que conecta las dos localidades, ofreciendo así en total más de 200 kilómetros de pistas esquiables.

Los principiantes preferirán deslizarse por las suaves pendientes del Tschuggen, fácilmente accesibles, mientras que los esquiadores más aguerridos disfrutarán bajando por las laderas del Weisshorn. Para terminar el día, podemos unirnos a los patinadores que se deslizan por el lago helado o cruzar el pueblo para visitar la iglesia de Arosa, cuyo campanario preside todo el valle.

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Nuestra recomendación

Prueba a hacer el descenso nocturno en trineo de Prätschli: una bajada de tres kilómetros por pistas iluminadas que se practica desde 1930 y ya es todo un clásico. El regreso se hace andando con la única luz de los frontales, aspirando el aroma del bosque, mezcla de resina y nieve fresca.

Chalets traditionnels dans la station de

©danielw12/iStock

Mürren, balcón del Oberland bernés frente al Eiger

En el Oberland bernés, un remonte mecánico que sale desde Lauterbrunnen nos lleva hasta la estación de esquí de Mürren, a 1650 metros de altitud. Este pueblo sin coches conserva intacta toda su autenticidad con sus característicos chalets de madera y sus albergues cubiertos de escarcha. Aquí se encuentra la estación de esquí de Winteregg-Schilthorn, con 51 kilómetros de pistas totalmente orientadas al sur y vistas al trío de cumbres formado por Eiger, Mönch y Jungfrau (el Ogro, el Monje y la Doncella).

Desde la terraza con vistas 360º del restaurante Piz Gloria en el Schilthorn (2970 m) se divisa una espectacular panorámica de más de 200 cumbres que abarca desde el Blüemlisalp al Finsteraarhorn. Luego, volvemos a bajar hacia el valle, donde todavía subsisten cabañas de pastores, testimonio de un mundo pastoral que sigue vivo.

Chalets de bois typiques dans le village de

©clubfoto/iStock

Andermatt, cruce alpino entre puertos de montaña y valles

En la confluencia de los puertos de San Gotardo, Oberalp y Furka, Andermatt, en el cantón de Uri, afirma su alma montañera. Pasamos por el centro del pueblo, formado por calles adoquinadas y dominado por la torre de la iglesia de San Pedro y San Pablo de camino al teleférico que sube hasta el Gemsstock, a 2963 metros, con pistas de esquí y vistas de río Reuss helado.

En la vertiente del Nätschen hay circuitos tranquilos para practicar esquí de fondo o andar con raquetas de nieve. Mientras avanzamos por la carretera del paso de Oberalp podremos divisar los trenes rojos que cubren la ruta Matterhorn-Gotthard atravesando el paisaje nevado.

La station d'ANdrrmatt à la tombée de la nuit

©Xantana/iStock

Les Diablerets, el encanto de los Alpes Vaudenses a los pies de un glaciar

Subiendo por el valle de Ormont-Dessus, al sur del parque de Gruyère, llegamos hasta la estación de Diablerets (1160 m), agazapada a la sombra de un macizo. El pueblo, con chalets y tiendas de altura, se extiende a los lados de la calle principal. El teleférico nos lleva hasta Glacier 3000 una zona compartida con la famosísima estación de Gstaad.

Abierta hasta primavera, además de con 30 kilómetros de pistas de esquí, también cuenta con un snowpark y el Peak Walk, un puente colgante que une las cimas de dos picos. También se puede esquiar en Isenau, una zona más soleada, o hacer un recorrido por los caminos nevados del col du Pillon.

Chalets dans la station des Diablerets (Vaud, Suisse)

©Aude Mampwini/iStock

Stoos, espectaculares vistas al lago de los Cuatro Cantones

En Schwyz, el funicular más empinado del mundo nos lleva hasta Stoos, a 1300 metros del altitud. A nuestra llegada nos encontramos con un pueblo en el que no hay coches, con una bonita iglesia blanca y albergues de madera. La estación de esquí familiar cuenta con unos treinta kilómetros de pistas que discurren entre bosques y praderas alpinas.

Con el teleférico de Fronalpstock llegamos a uno de los miradores más espectaculares del país, con vistas de vértigo al lago y las cumbres del Pilatus. Otra opción es seguir el sendero que lleva hasta Klingenstock, un recorrido panorámico de cuatro kilómetros, muy apreciado por los senderistas de invierno.

Vue aérienne de la station de Stoos (

©mvaligursky/iStock

Verbier, la capital del esquí en el cantón de Valais

Verbier se encuentra en el suroeste de Suiza, en el valle de Bagnes, en un balcón a 1500 m de altitud. Antes de ir a las pistas de los 4 Valles, la estación de esquí más grande de Suiza con 410 km de pistas, damos un paseo por sus calles de piedra para admirar los chalets típicos de la época pastoral.

El descenso desde el Mont-Fort (3330 m) nos regala increíbles vistas del macizo del Mont-Blanc. También se puede hacer el sendero de invierno hasta la cabaña Mont Fort, un refugio y restaurante al que se puede llegar andando o con raquetas de nieve. Por la noche, las cafeterías y tiendas de la Plaza Central están muy animadas, sin por ello perder ni un ápice de su autenticidad.

(Valais, Suisse)

©burroblando/Getty Images Plus

Saas-Fee, la perla de los Alpes entre glaciares

Al llegar por la Talstrasse, avistamos Saas-Fee, un pueblo del cantón de Valais situado a 1800 metros de altitud en un circo formado por 13 picos de más de 4000 metros. El centro, totalmente peatonal, conserva los graneros sobre pilotes y sus estrechos callejones. Hay que aparcar el coche a la entrada del pueblo y continuar andando hasta el museo, ubicado en una casa del siglo XVIII.

Muy cerca de allí, el sendero de Hannig nos conduce hasta un espectacular balcón sobre el valle. Para subir al Mittelallalin montamos primero en un funicular subterráneo y después en un teleférico: una vez arriba, ante nosotros se extienden 150 kilómetros de pistas que llegan hasta los seracs del glaciar de Fee y ofrecen espectaculares vistas alpinas.

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¿Sabías que...?

En Saas-Fee se encuentra el restaurante giratorio más alto del mundo en la cima del Allalin (a 3500 m). Tarda una hora en dar un vuelta completa que permite contemplar los 13 picos del circo glaciar.

Chalets en bois dans la station de Saas-Fee (Valais, Suisse)

©Stephane_Jaquemet/iStock

Engelberg, monasterio barroco y pendientes nevadas

En el cantón de Obwald, la carretera que discurre paralela al río Aa nos conduce hasta Engelberg, un pueblo en el que destaca la abadía benedictina del siglo XII. Se puede visitar el claustro, la nave barroca y la quesería, donde se elabora el Engelberger Klosterglocke, un queso suave en forma de campana.

El teleférico Rotair, el primer modelo giratorio del mundo, sube hasta Titlis (a 3020 m), que es la estación de esquí más grande de Suiza central con 82 kilómetros de pistas esquiables y un desnivel de más de 2000 metros. Para descansar, nada mejor que dar un paseo junto al lago Eugenisee, que suele estar helado, o por las calles bordeadas de hoteles de estilo Belle Époque.

Vue sur l'abbaye bénédictine et la ville d'Engelberg

©filipefrazao/iStock

Grimentz, un pueblo de postal en el valle de Anniviers

Desde Sierre, la carretera asciende en una serie de curvas cerradas hasta Grimentz (1570 m), un pueblo típico del sudoeste de Suiza, en el que destacan sus típicos graneros de madera de alerce ennegrecida. Desde el centro se llega hasta las pistas de Bendolla que unidas a Zinal abarcan 115 kilómetros entre bosques y cañadas. Las vistas del Weisshorn y el Bishorn nos acompañan en cada bajada.

En el centro del pueblo está la Maison de Grand-Maman (la casa de la abuela) una casa tradicional restaurada que podemos contemplar a través de un cristal que reproduce la forma de vida de los habitantes del valle de Anniviers en el siglo XVI. Grimentz es también un destino ideal para los amantes de las travesías con raquetas de nieve con rutas hasta los pueblos vecinos de Saint-Jean y Ayer.

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Nuestra recomendación

No podemos irnos sin probar (siempre con moderación) el vino del Glaciar en la histórica bodega: en sus barricas, nunca vacías, reposan las añadas desde generaciones. Una experiencia enológica única.

Chalets et granges en bois traditionnels de Grimentz

©Siyue Steuber/iStock

Champéry, puerta de entrada al valle de Illiez y a Portes du Soleil

Al entrar en Champéry por la carretera forestal veremos los Dents du Midi cuyas paredes rodean el valle. El pueblo, a 1050 metros de altitud, es una sucesión de casas de piedra y chalets esculpidos en el fondo del valle de Illiez. Los paneles de madera, muchos con inscripciones en patois, afirman la identidad cantonal de Valais.

El teleférico nos lleva hasta la enorme estación de esquí de Portes du Soleil, que comparte terreno con Francia: 600 kilómetros de pistas y una amplia red de rutas de senderismo. Las tardes se alargan hasta bien entrada la noche en los cafés disfrutando de una tabla de quesos y embutidos típicos. Y si queremos dar un tranquilo paseo podemos ir hasta Barme, un pueblo rodeado de prados alpinos cubiertos de nieve.

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