Antaño fértil, hoy desierto mineral, el paraje del Nemrut Dagi es sobrecogedor, casi trágico. A los pies de un montículo de piedras rotas (150 m de diámetro por 50 m de altura) se extienden tres terrazas. Dos de ellas están custodiadas por cinco colosos de piedra, entre ellos Antíoco I Theos (69-34 a.C.), rey de Comagene que mandó levantar este santuario a su mayor gloria. Los colosos, derribados por los seísmos, están hoy dispersos sin orden ni concierto. Contrate los servicios de un guía para descubrir este lugar declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.