Antes de pasar por Drogheda, las aguas del Boyne bañan un paisaje fértil y arbolado. En sus orillas se levantan inmensos túmulos funerarios con enigmáticos motivos. En su valle florecieron todas las civilizaciones de Irlanda, desde los reyes que instalaron su corte en la colina, hasta san Patricio, que evangelizó la región. El antiquísimo complejo monástico de Monasterboice y Old Mellifont son testigos de aquella cristianización. Otro lugar cargado de historia es el campo de la batalla del Boyne, que en 1690 enfrentó a jacobitas y orangistas.