Al norte y al sur de la necrópolis judía se encuentran los cementerios más antiguos de la capital. El mayor es el de Powązki, especie de panteón de polacos ilustres. Al noroeste, las tumbas con inscripciones en árabe del pequeño cementerio tártaro musulmán recuerdan la profunda integración de este colectivo en la sociedad polaca hasta la II Guerra Mundial. Por último, el cementerio luterano, al sur, da fe del alto grado de asimilación de la minoría alemana desde el s. XVII.