Esta finca está presidida por una señorial casona de 1750, cuyo aspecto actual debemos al coleccionista de arte mallorquín Francisco Juan de Sentmenat, que la reformó a mediados del s. XIX. En torno a un espléndido patio se disponen una quincena de estancias fastuosamente amuebladas y decoradas (cuadros, azulejos...), dándonos una buena idea de la pomposidad con la que vivió la aristocracia de antaño. La visita concluye en la "cocina payesa" con una degustación de sobrasada, antes de pasar a ver los animales de la granja (asnos, cerdos negros mallorquines, etc.).