Tunxi, ciudad que se enriqueció gracias al comercio del té, constituye una buena base para descubrir las Montañas Amarillas. La Lao jie, o "calle vieja", es el único enclave con algo de encanto en esta ciudad bastante tristona. Está empedrada y ha logrado conservar sus fachadas tradicionales, que se caracterizan por sus frisos tallados, una famosa casa de té y una venerable botica que sigue poseyendo su biblioteca de plantas medicinales.