Ninguna huella de ocupación humana en este horizonte de montañas erosionadas a no ser... la entrada del museo Miho, en cuya infraestructura de vidrio se refleja el sol. Este museo perdido, diseñado por Ming Pei, se hunde bajo tierra. La claridad del día, atrapada por pozos de luz, circula libremente entre piezas sabiamente puestas en escena. La colección, excepcional, incluye obras maestras de la historia antigua (Asia, Oriente Medio, área grecorromana). La estatua budista de Gandhara (s. II) y el mosaico de Dioniso (s. III) merecen por sí solos la visita.