Convenientemente situado en la ciudad que fuera terminal del primer ferrocarril transcontinental, este inconfundible edificio de ladrillo (1981) rinde homenaje al ferrocarril y a su papel decisivo en el desarrollo del Oeste. El pasillo que conduce a la planta principal documenta los grandes retos topográficos y consctructivos del Ferrocarril Central Pacific sobre Sierra Nevada en los años 1860. En la gran sala de exposición, diseñada como una cochera del s. XIX, hay 21 locomotoras cuidadosamente restauradas, incluida la Máquina Nº1 de mediados de los años 1860 y una enorme cabina delantera de los años 1940 y 50, últimos coletazos de las máquinas de vapor. Reconstrucción de la estación de 1876 con numerosos vagones y locomotoras, además de una oficina de correos, un lujoso coche privado y un coche cama con efectos de movimiento y sonido muy realistas. Oficina de telégrafos y estación de tren de campo. Las galerías del segundo piso cuentan con una preciosa colección de trenes de juguete.