Este edificio clásico perfectamente conservado fue un templo convertido en iglesia en el s. VII. Se accede por un pórtico con dieciséis columnas de granito, todas monolíticas menos las tres de la izquierda. El interior, obra maestra de armonía y grandeza, aparece dominado por una cúpula de diámetro igual a su altura. Las capillas laterales poseen frontones alternativamente curvos y triangulares; albergan las tumbas de los reyes de Italia y de Rafael.