La opinión de la Guía Michelin
Este pequeño cerro de difícil acceso, de ahí que haya escapado una y otra vez a la urbanización, fue el lugar elegido por la legendaria loba Capitolina para amamantar a Rómulo y Remo. Este episodio mítico confirió a la Colina Capitolina una dimensión sagrada que mantuvo hasta la caída del Imperio Romano. La colina, centro del poder espiritual en época clásica y del poder político en la Edad Media, fue cayendo paulatinamente en el abandono hasta que en 1534 Miguel Ángel la dotó de una de las plazas más bellas del mundo.