Antes de entrar en la iglesia de San Constantino y Santa Elena se pasa por un jardincillo y por una preciosa galería decorada con frescos. El templo fue construido en 1832 por el arquitecto Petko Boz y es inconfundible con su elegante campanario calado. El interior, de tres naves y coronado por un techo abovedado, sobresale por la riqueza de su decoración: pinturas murales (fíjese en el Arca de Noé, a la izquierda de la puerta), un iconostasis de madera tallada y policromada, iconos de Zahari Zograf (1836-1838) y Nikola Odrincanin (1848) y un púlpito de madera tallada.