El Petit-Pont conecta la isla de la Cité con la ribera izquierda, prolongándose con la rue Saint-Jacques. Se tiene constancia de su existencia desde la Antigüedad, y se mantiene a pesar de las múltiples peripecias que ha vivido a lo largo de la historia. Los únicos que se libraban de pagar la tasa por cruzar el puente eran los juglares, a cambio tenían que dejar hacer algún numerito a sus animales.