En 1860 sir Henry Acland declaraba entusiasmado "El edificio parecerá pronto insignificante teniendo en cuenta lo que contiene y las mentes que va a formar". El edificio es una catedral neogótica de hierro fundido, concebida como si fuera una estación de ferrocarril, adornada con exquisitas esculturas de piedra del s. XIX. Reúne colecciones de entomología, geología y zoología (incluido un dodo, un ave extinta que vivía antaño en las islas Mauricio, y varios esqueletos de dinosaurios).