Este monasterio totalmente aislado en un cañón rocoso resume a la perfección el ideal monástico: emplazamiento austero y retirado, tierras pobres para asegurar la subsistencia de la comunidad y ambiciosos edificios integrados en el paisaje. Fue fundado en el s. XVI por unos monjes que huían de los turcos y llegó a contar con una escuela y una pequeña imprenta. El último monje, aficionado a la astronomía, instaló un observatorio en 1926. La visita ayuda a conocer la vida monástica.