Lo cierto es que Pushkin nunca vivió aquí (no lo confunda con el piso-museo en el barrio de Arbat), eso no quita que las exposiciones que se organizan en este museo detallan perfectamente la obra y las influencias literarias del gran poeta nacional. No se pierda los manuscritos del autor. El museo destaca también por su interiorismo, que nos permite adentrarnos en el refinado ambiente de los palacios decimonónicos moscovitas (¡el salón de baile es una preciosidad!).