El conjunto formado por la muralla y las torres del monasterio Novodievichi, inmerso en la vegetación, no puede sino seducir por su armonía y delicadeza. Y eso que se trata de una auténtica muralla que convierte al monasterio en una fortaleza. La sensación de ligereza la crean las coronas de piedra blanca calada que coronan cada una de las doce torres, delicados encajes que se recortan sobre el azul del cielo. El campanario (1690) seduce por su ornamentación y por la armonía de sus proporciones.