La estación de metro de la Plaza de la Revolución no es una de las más bellas, pero sí una de las más espectaculares de la red moscovita. En el andén, enmarcando las bóvedas que dan acceso a los trenes, grupos de combatientes de bronce, proletarios, campesinos, soldados y partisanos blanden ferozmente sus armas. Desde ella se accede a un gran espacio constituido por dos plazas separadas por el tráfico de vehículos; la primera de ellas es la plaza de la Revolución que, pasada una fuente, aparece dominada por la estatua de Karl Marx.