En Montereau-Surville, una Ciudad Nueva, pasado el Lycée diríjase al borde de la colina arbolada y a las dos rotondas panorámicas que en su día fueron las terrazas del desaparecido castillo de Surville. Vistas de Montereau, los puentes y la colegiata. En un extremo de la confluencia un grupo de árboles oculta la estatua ecuestre de Napoleón. En la segunda rotonda hay una losa conmemorativa que recuerda las célebres palabras de Napoleón el día de la batalla: "Aún no se ha fundido la bala que ha de matarme."