En 1852, el futuro Napoleón III encargó al arquitecto Espérandieu la construcción de esta colosal catedral de estilo románico-bizantino con el triple objetivo de congraciarse con la Iglesia, los marselleses y los comerciantes de Oriente. Parte de este pomposo edificio se levanta en el emplazamiento de la antigua catedral, de la cual todavía pueden verse vestigios románicos. La inauguración en 2014 de una nueva zona de paseo confirió mayor amplitud a la catedral.