Las terrazas y jardines del palacio Fronteira forman un laberinto lleno de magia. No hay un muro, un banco o un estanque que no esté cubierto de azulejos... Por no hablar de las grutas, con incrustaciones de conchas y porcelana de China. Estos paneles de azulejos nos muestran escenas rústicas: estaciones y labores de los campos, escenas grandiosas y solemnes, divinidades ingenuas y figuras del zodiaco y un sorprendente bestiario en el que los monos enseñan música a gatos con cara de no enterarse de mucho.