Edificada a finales del s. XVIII, la casa del Armador escapó milagrosamente a los bombardeos de 1944 y constituye un excepcional testigo de la arquitectura burguesa de la época. Sus cinco niveles circulares enteramente decorados con madera tallada se distribuyen alrededor de un sorprendente pozo de luz central con forma octogonal. Las habitaciones, perfectamente reconstituidas, ilustran los valores estéticos de los notables de la época: caballerizas, dormitorios, despacho, gabinetes de curiosidades y sala de observación.