En una loma rocosa situada en un agreste paraje entre los profundos valles del Orbiel y del arroyo del Grésillou se levantan las ruinas de cuatro castillos: Tour Régine, Cabaret, Surdespine y Quertinheux. En el s. XII, estos tres últimos formaban la fortaleza de Cabaret, cuyo señor, Pierre Roger de Cabaret, era un ardiente defensor de la causa cátara. Durante la cruzada contra los albigenses en 1210, Simon de Montfort se vio obligado a dar marcha atrás ante estas murallas que solo logró atravesar en 1211, una vez que Pierre Roger de Cabaret firmó su rendición voluntaria. Acto seguido, el rey de Francia mandó levantar la torre Régine para consolidar su poderío.