En la actualidad asaltada por los músicos, los pacíficos mercados de libros y las terrazas de café -desde donde observar todo lo que ocurre bajo las palmeras del parque central-, la animación de la plaza más venerable de La Habana fue en el pasado mucho menos festiva. Realizada en 1582 para albergar las maniobras militares, desde entonces no ha parado de crecer y de hermosearse. Las renovaciones de 1929 le dieron su majestuoso aspecto actual. Su florido centro está presidido por la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, héroe de la guerra de Independencia.