De este castillo acabado en 1611 y en el cual se sucedieron hasta la era Meiji las generaciones del clan Tsugaru no quedan -excepción hecha de los fosos y las murallas- más que cinco puertas declaradas monumento. La torre del homenaje, transformada en pequeño museo de historia, data de 1810 y se levanta majestuosa por encima de un parque público de 49 ha célebre en todo Japón por la belleza de sus 2.600 cerezos en flor. A finales de abril, una impresionante muchedumbre acude a merendar al borde de los fosos bajo las cámaras de las televisiones japonesas.