El aspecto exterior de este edificio encargado por Cosme el Viejo a Michelozzo en 1444 no permite adivinar de forma voluntaria los esplendores que esconde: los admirables frescos de Benozzo Gozzoli que decoran el techo de casetones dorados de la capilla de los Magos y el techo de la sala Luca Giordano, que representan con un virtuosismo extraordinario la Apoteosis de la II dinastía de los Médicis.