La antigua Hibla, habitada desde la Edad del Bronce, fue destruida por guerreros de Siracusa probablemente hacia el año 664 a. C. De aquella época se conservan más de 5.000 tumbas excavadas en la escarpa y repartidas entre cinco necrópolis. Tras ser habitado por árabes y más tarde normandos, el lugar permaneció completamente abandonado hasta inicios del s. XX, cuando el arqueólogo Paolo Orsi inició sus investigaciones.