Tanto los románticos jardines como los edificios clásicos de esta propiedad frente al océano los debemos a Frederick Hervey, obispo de Derry y conde de Bristol a finales del s. XVIII. La residencia fue destruida por un incendio en 1851, así que no queda gran cosa de su pasado esplendor, aunque la puerta del Obispo nos permite hacernos una idea. El conde-obispo, gran coleccionista de antigüedades, mandó erigir también la puerta del León que se levanta cerca de un jardín tapiado.