Mandada construir en 1537 por un sombrerero de Besanzón, la casa Pfister debe sin embargo su nombre a la familia que fue su propietaria en el s. XIX. Hoy es un edificio de oficinas, por lo que no está abierto al público, pero podrá admirar su magnífica fachada pintada, su ventanal esquinero y una galería primorosamente tallada sustentada por ménsulas labradas. Una auténtica joya de arquitectura alsaciana.