Construido en 1727 sobre el lugar que ocupara una antigua iglesia gótica que fue destruida por un incendio, este santuario nos ofrece una excelente muestra de arte barroco: las estatuas de la Virgen y de los santos Jeremías y Antonio que se encuentran en la fachada son de Johannes Nachtigall, que también realizó el espléndido púlpito. El interior es una verdadera profusión de estucos, volutas y dorados.