Perdida en pleno campo en medio de un cementerio cubierto de hierba, la antigua abacial del monasterio de San Brendan, construida en el s. VI y convertida en catedral en el XII, es una joya de la arquitectura religiosa irlandesa. De ella destaca ante todo su maravillosa portada románica de arenisca. De forma triangular, es un magnífico ejemplo de ornamentación irlandesa en el que las figuras geométricas, los círculos y los triángulos se mezclan con caras y animales.