La cueva se esconde entre las escarpas que custodian el pueblo de Choranche. Cuenta con una amplia sala de 16 m de altura y 70 m de anchura con miles de estalactitas fistulosas goteando y reflejándose en la aguas del lago. La visita sigue por las galerías, donde magníficos juegos de luces realzan la magia natural del lugar. El recorrido termina en la sala de la Catedral.