Este lugar sagrado ocupa una plaza preponderante en la religión nativa de Okinawa. Según la mitología, la diosa Amamikiyo descendió en Sefa-utaki creando así el archipiélago. A partir del s. XV, este fue el principal lugar de culto para los reyes de los Ryukyu, que acudían para celebrar el comienzo de la cosecha. De los inmensos bloques de piedra desmoronados y de los altares desperdigados entre la vegetación de la selva tropical se desprende una atmósfera singular. Al fondo del recinto se encuentra el lugar más sagrado, frente a la isla de Kudaka, isla legendaria donde se estableció la primera pareja de dioses.