La entrada de este bonito museo dedicado a las tradiciones populares de la región está indicada por un cartel típico, el de un cafetín: "El Gato negro" (Zwarte Kat). Esta instalado en un conjunto de casitas blancas que funcionaron como hospicio durante el s. XVII. Pueden verse diferentes objetos, reproducciones de interiores (en particular una escuela de 1920), tiendas y talleres representativos del folclore y las tradiciones locales. Si viaja con niños no puede perderse la visita a la confitería los jueves por la tarde y ver en directo cómo se hacen bombones y otras delicias.