Las obras de esta basílica empezaron en 1390 y no se concluirían hasta el s. XVII, cuando se colocaron las bóvedas. La magnífica fachada destaca por su portada central, una obra maestra del escultor sienés Jacopo della Quercia. El amplísimo interior está lleno de obras de arte, entre ellas los frescos de Giovanni de Módena. Si levanta la mirada podrá ver en la bóveda el óculo por el entra el sol a mediodía iluminado el meridiano trazado en el suelo.