La opinión de la Guía Michelin
La necrópolis más antigua (s. XI a.C) y extensa (16 hectáreas) de Ática ofrece un poco de sombra y sosiego a un paso de la ciudad antigua. Su nombre deriva probablemente de la arcilla (kéramos) empleada en la fabricación de las vasijas y objetos funerarios que se depositaban junto al difunto. A partir del s. VI a.C. las tumbas empezaron a engalanarse con estelas y estatuas cada vez más lujosas hasta alcanzar su apogeo en el siglo de Pericles. Un camino baja hasta la avenida de los Sepulcros, donde eran enterradas las familias más acaudaladas.