La opinión de la Guía Michelin
Un muro de ladrillo visto separa este beguinaje del mundanal ruido. Una calle someramente pavimentada, un pequeño huerto y una iglesia reconstruida en el s. XIX convierten dan muchísimo encanto a este recoleto lugar. La iglesia está decorada con cuadros de Jordaens. En un oratorio puede verse un Ecce Homo. Como en todos los demás beguinajes flamencos -declarados bienes de la Humanidad por la Unesco- la serenidad del lugar resulta cautivadora.