La abadía de San Filippo es el edificio religioso más importante de la ciudad: esta iglesia de finales del s. XVIII toda cubierta de estucos dorados custodia un impactante crucificado de madera de Fra'Umile da Petralia, un coro de madera con escenas de la vida de san Felipe realizado por Nicola Bagnasco (1818-1822) y tres paneles de un políptico del s. XV con la Virgen en majestad rodeada de santos.