Esta iglesia oculta en un verde repliegue de los montes Pentadáctylos custodia auténticos tesoros. Tras sus paredes se esconden dos ciclos de pinturas. Uno, de estilo bizantino clásico, data de la época en que fue fundada la iglesia (s. XII). En el otro, ejecutado entre los ss. XIV y XV, se pone de manifiesto la influencia occidental. Ambos coexisten en una columna con la doble representación de la Dormición de la Virgen. En la del s. XV puede verse un palacio de estilo renacentista en el que ya se aprecia el uso de la perspectiva.