Cyril Lignac ha reinventado este histórico bistró parisino sin traicionar la esencia modernista que lo caracteriza. La carta se centra ante todo en los productos del mar, dando cabida a los platos señeros de la “factoría” Lignac: rollo de langosta, lubina a la sal, tartar de atún con aguacate, ponzu y wasabi y, cómo no, el excelente milhojas. Sabroso y de buena factura: un placer.
- Los inspectores de la Guía MICHELIN