Merece la pena alejarse de la costa, subir las primeras estribaciones y acomodarse en este pequeño restaurante para comprobar la hondura de su cocina. En un caserío rústico con una decoración muy personalizada, casi una sala de estar particular, se descubren especialidades de carne y de pescado elaboradas con creatividad e ingredientes regionales o no. La dueña de la casa, además de ser experta en vinos, recoge hierbas, flores y bayas que añaden sabor a los platos.
- Los inspectores de la Guía MICHELIN