La idea vital que empuja este restaurante es... ¡el amor por la región y sus productos! El local, instalado en una antigua casona de bella fachada que en su día dio cobijo a un pequeño hotel, hoy se ve transformada, presentándose con una zona de bar en la que sirven cócteles, un espacio reconvertido en bodega y varios comedores de estilo actual en las antiguas habitaciones (desde uno de ellos se ve parte de la cocina). Su propuesta culinaria, de gusto actual y con elaboraciones bien concebidas que llegan al comensal a través de dos menús (de 4 o 6 pasos, con el maridaje incluido), pone en valor el producto mendocino desde un punto de vista sostenible, ecológico y orgánico, muchas veces buscando la recuperación de variedades endémicas y, siempre, haciendo hincapié tanto en el origen como en el pequeño productor. El reino de la fantasía, Espuma de otoño, Eclosión, Hechizo... ¡Los nombres de los platos resultan sorprendentes e invitan a soñar!