Tan candente y de moda como siempre, es la clase de sitio al que ir para tomar un plato de pasta o una lubina a la parrilla hecha en fuego de leña. Todo aquí rebosa amor, gracias a la labor del matrimonio que lo lleva y que tiene como meta traer la buena cocina a este barrio. El espacio es enorme, tipo almacén, con una barra de cobre, mesas pegadas a la pared que parecen suspendidas y un horno rojo abovedado en una esquina.
Pero el principal atractivo del lugar es fundamentalmente la cocina. Pruebe por ejemplo ese pescado asado entero y sin espinas a la parrilla, relleno de hojas tiernas de guisante, hierbas aromáticas y limón asado. Los postres son igualmente tentadores, así que deja espacio para un chocolate rico y cremoso. budina metida en una tarta crujiente con caramelo salado.
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