Esta casa está instalada sobre las ruinas de un antiguo monasterio cisterciense fundado en 1442. Hoy dos ilusionados socios nos deleitan con unos platos originales y efectistas basados en buena medida en los productos ecológicos de la zona y en unas hortalizas que han ido cayendo en el olvido. Destacar también el ambiente, joven y muy actual. Déjese tentar por los platos más modernos, que apuestan claramente por la sostenibilidad, como es el caso, por ejemplo, del salvelino con vinagre balsámico y chocolate blanco.
- Los inspectores de la Guía MICHELIN