Cerca de la Estación de Tren de Mendoza, en el centro de la ciudad, este acogedor restaurante nos ha sorprendido gratamente por su fisonomía informal, tipo bistró, y su buen nivel de confort, con las paredes en ladrillo visto, grandes ventanales a modo de "atelier" industrial y unas encantadoras terrazas rodeadas de árboles y vegetación. El chef al frente, Alejandro Galliski, encierra su filosofía culinaria tras una clara premisa: "Si para vivir hemos de comer, hagamos de la comida un placer". Persiguiendo esa idea, nos propone una cocina tradicional bastante variada y de marcadas raíces mediterráneas, en base al producto local y con claras influencias francesas e italianas. Dentro de su amplia carta destaca el apartado de pasta fresca, con platos como el Sorrentino de abadejo, zeste de limón, crema de azafrán; Raviolino de ricota y verdura, salsa curry; Pappardelle de salmón ahumado de la casa... ¡Su excelente carta de vinos también te cautivará!