Mugaritz es mucho más que un restaurante y supone una experiencia diferente para cualquier gastrónomo. Aquí se cuestiona absolutamente todo, por eso las preguntas sobre el gusto individual y colectivo se agolpan y, en palabras del propio chef, parece que en ocasiones "se va más a jugar que a comer".El particular decálogo de intenciones de Andoni Luis Aduriz, acostumbrado a romper cualquier regla, toma cuerpo en un pequeño glosario que encontrará en la mesa, con términos definidos por el chef, por el personal y por los propios clientes, que cooperan para completar su significado. Los platos no siguen una línea u orden clásico y constantemente intentan traspasar fronteras, tanto en el sabor como en el desarrollo de la comida, a través de un único menú degustación. ¿Un plato singular? De frente: la piel que habito, una elaboración conceptual en la que, sobre un rostro, hay una falsa piel de gelatina de sidra acompañada por costrones de pan con una emulsión de pimiento.