El corazón de la ciudad late bajo las bóvedas de la magistral catedral de San Esteban, cuyos ocho siglos de existencia han sido testigos de las luces y las sombras de la capital imperial. Su aguja gigante y su tejado de colores cambiantes se alzan por encima de un barrio histórico, turístico y de tiendas en continua efervescencia. Stephansplatz es el punto en el que se cruzan todos los que "viven" Viena a diario o lo que dura un fin de semana.