En 1838, estos parajes donde se desarrolló la guerra entre bóers y zulúes fue escenario de la matanza de Piet Retief y de los sesenta compañeros que se presentaron pacíficamente ante Dingaan para que les cediera unas tierras donde instalarse. El sanguinario rey zulú, digno sucesor de Shaka, tenía aquí su capital. Un museo y la recreación de una parte del enclave narran aquel terrible episodio.